La felicidad en términos generales es algo tan difícil de medir como subjetivo, ya que para algunos felicidad es placer y para otros es algo más espiritual o mental. En todo caso, la felicidad entendida como el grado de satisfacción de la persona con su propia vida, se puede medir a partir de las propias respuestas de los individuos a partir de su percepción. Asimismo, aspectos vinculados al bienestar subjetivo y a emociones positivas se pueden monitorear gracias a los avances en neuroimagen, que permiten ver las reacciones cerebrales en tiempo real. Descubramos algunas de estas claves de felicidad según la neurociencia.

Durante los últimos 10 años ha habido mucho interés científico en lo que sucede en nuestros cerebros cuando experimentamos emociones positivas. Uno de los estudios más destacados es el de Richard J. Davidson y Brianna S. Schuyler de la Universidad de Wisconsin. En un informe mundial en el año 2015 explican cuatro indicadores sobre ‘La neurociencia de la felicidad’:

Conservación de emociones positivas

¿Cuánto tiempo te dura la sensación de bienestar producida por una grata conversación amistosa o la satisfacción personal tras un éxito laboral? Uno de los componentes clave según estos neurocientíficos es la capacidad que tiene la persona de mantener la emoción positiva producida por un estímulo o acontecimiento.

Hay que tener en cuenta que esta capacidad se puede entrenar y educar, y también se puede perder si no se ejercita. Por ejemplo, tras disfrutar del verano en familia, uno puede centrar en lamentaciones de que ya ha acabado, o recrear recuerdos positivos en su mente para prolongar esa felicidad.

Resiliencia ante emociones negativas

Igual que una persona feliz tiende a alargar sus emociones positivas al máximo, también tiende a minimizar las negativas. No es lo mismo dolor que sufrimiento: una cosa es sentirse mal ante un fracaso, una pérdida, etc. y otra es sufrir por ello, alimentando la experiencia negativa con pensamientos poco constructivos.

Como ocurre con el punto anterior, también la resiliencia se entrena o se pierde, según se utilice más o menos. Si te acostumbras a recurrir a pensamientos y actividades positivas al poco de tener algún problema, tendrás un mayor grado de felicidad según la neurociencia. 

Esto no debe implicar dejar de procesar las emociones desagradables, sino aprender a que el dolor no se transforme en sufrimiento inútil.

Lazos sociales consistentes

Otro hallazgo de los mencionados expertos en neurociencia es que la felicidad también tiene otro pilar fundamental, que es la comunidad social que envuelve a una persona. Tener altruismo y empatía afecta directamente al bienestar de una persona. No se trata aquí de contar los amigos de Facebook, sino las personas reales con la que esa persona tiene un vínculo consistente, y su capacidad de comprometerse con respecto al bienestar de otras personas.

Mindfulness

El cuarto y último elemento que marca el grado de felicidad subjetiva de acuerdo con los expertos de la Universidad de Wisconsin es el mindfulness o conciencia plena. Se trata de la habilidad que tienen las personas para conectar con el momento presente. 

Estar siempre pensando en el pasado o planeando el futuro, te impide vivir cada momento: degustar un buen café, disfrutar trabajando o haciendo un hobbie, contemplar un paisaje, apreciar una buena compañía… 

En resumen…

De acuerdo con la neurociencia, serás más feliz si eres capaz de maximizar tus momentos agradables, minimizar los desagradables, crear y mantener relaciones sociales sólidas y saborear el momento presente.

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